
Cuando nacemos en Guareña solemos respirar un aire a campo, a jara, a jigo, a jiguera porque semos asina, semos pardo del coló de la tierra, parafraseando a nuestro ilustre paisano Luis Chamizo. Pues bien, es esta tierra y muchas otras las que durante siglos cultivaron nuestros antepasados porque dependían totalmente de ella para vivir. Miraban al cielo en la estación de lluvias y después de un tiempo esa agua caía para regar los campos, lo que probaba que había una armonía natural entre agua y clima.
Pero en este siglo, estamos asistiendo a cambios climáticos que se manifiestan a través del agua mediante la alteración de su ciclo natural provocando sequías, inundaciones, o el aumento del nivel del mar, con graves consecuencias para áreas geográficas de diferentes continentes y para sus habitantes.
El agua es vital para nuestro hábitat, pues dependemos de ella en lo personal porque transporta nutrientes a nuestras células, colaborando de una forma decisiva en nuestro proceso digestivo, en nuestra circulación sanguínea, en la respiración etc; y en lo comunitario por favorecer el desarrollo de nuestra agricultura, ganadería y la supervivencia de nuestros ecosistemas. También porque su presencia en mares y océanos los convierte en grandes sumideros de dióxido de carbono y ayudan a modular las emisiones hacia la atmósfera.
El aire más cálido puede contener más humedad que el aire frío. Como resultado, en un mundo más cálido, el aire absorberá más agua de los océanos, lagos, suelo y planta. Y por otro lado, el aire más cálido y húmedo también podría poner en peligro vidas humanas. El Observatorio Terrestre Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia ha descubierto que cuando todo ese aire extra cálido y húmedo se enfría, cae lluvia o nieve extra al suelo. Por lo tanto, un mundo más cálido puede significar lluvias más intensas.
Desde hace casi tres décadas viviendo en esta región amazónica, he podido ver que el excesivo consumo de una producción en masa, exige una mayor cantidad de materia prima para confeccionar todo tipo de productos, y todo esto ha traído como consecuencias una grave deforestación en esta inmensa floresta amazónica, provocando una alteración del espacio natural, causando mudanzas en el clima y en la salud de las gentes, pues aquí las temperaturas son cada vez más húmedas y altas, produciendo graves problemas dermatológicos, respiratorios o de origen infectivo.
Debemos intentar incorporar a nuestra vida esta preocupación por el medio ambiente, tomando una actitud activa para la preservación de éste y de las fuentes de agua. Tenemos que entender porque se están produciendo estos cambios para poder actuar contra estos efectos, que hacen, que en ocasiones, el aire o el agua que consumimos sea nocivo para nuestra salud y para todo el contexto natural que nos rodea.
La Amazonia, es un bioma único en el mundo, que tiene el 60% de su extensión en Brasil, y de todos es sabido que es fuente de agua y vida para toda la tierra. Es el corazón pulsante de nuestro planeta que regula en cierta medida el sistema climático global. Su conservación ha sido posible a lo largo de siglos graciasa lapresencia de pueblos indígenas y comunidades riberiñas que han sabido preservar sus más de 40 mil especies de plantas, siendo pioneros con sus actitudes del concepto de sustentabilidad, igualando en su cultura el amor a su tierra al amor por su madre.
Estos bruscos cambios de temperaturas nos deben hacer reflexionar sobre cómo mantener este equilibrio entre vida y agua, entre naturaleza y abuso de recursos hídricos, entre sustentabilidad y desarrollo. Es complejo, pero hay que articular medidas de protección porque, por un lado, la falta de agua provoca la emigración de las personas; y, por otro lado, cuando todo está inundado se pierde la floresta y por tanto su capacidad de amenizar las temperaturas.
Es hora que escuchemos a la floresta porque con sus cambios nos está hablando, y es un hecho que nuestro equipo sanitario ha podido ir evidenciando sobre todo el que se refiere a la incidencia de algunas enfermedades causadas por estas mudanzas. Recientemente el CDC de EEUU (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades) exponía en un reciente artículo que estos cambios bruscos de temperaturas ocasionan enfermedades respiratorias, o como nuestra inmunidad tiende a sufrir algunas alteraciones, e incluso impacta negativamente en nuestra salud mental, dado que hay una incidencia solar menor, permaneciendo más tiempo en casa. Y es esta reclusión la que, a veces, provoca caídas de niveles de melatonina y serotonina, que son hormonas responsables del humor y el sueño, lo que conlleva, a veces, un cuadro de alteración del humor. Otras enfermedades de las que en esta área del Amazonas particularmente somos endémicos se están expandiendo a otras zonas geográficas del mundo según la OMS (Organización mundial de la salud). Son las conocidas como enfermedades infecciosas sobre todo las causadas por vectores que aparecen por estas alteraciones hídricas, pues el ciclo biológico de estos está fuertemente relacionado con la dinámica ambiental de los ecosistemas donde estos viven. La dengue, la malaria, la leishmaniosis, la filaria, la fiebre del Nilo, o la fiebre amarilla son un ejemplo de este aumento de incidencia de estas patologías hacia áreas geográficas, distintas de las del continente americano y africano.
El calentamiento global del planeta nos genera preocupación sanitaria, pues esta alta incidencia tiene múltiples factores que se correlacionan con aspectos ambientales (vegetación, clima, hidrología), con aspectos sociodemográficos (migraciones y densidad poblacional) además de los biológicos (ciclo vital de los insectos); y, por último, los de la salud (estado inmunológico de la población, efectividad de los sistemas locales de salud, programas específicos de control de enfermedades ligadas al ambiente etc). De hecho, estudios recientes aseguran que la prevalencia de la malaria o la dengue en estas áreas tropicales es también consecuencia de los impactos sobre el ecosistema provocados por la actividad humana.
Mantener una mirada sobre la salud en este contexto de cambio climático, es todo un desafio, pues amenazan las conquistas y los esfuerzos de décadas por reducir las enfermedades transmisibles y no transmisibles. Las acciones para construir un ambiente más saludable podrían evitar muertes prematuras. Desde el punto de vista epidemiológico, las mudanzas climáticas representan una serie de exposiciones a diversos factores de riesgo, a causa de la alteración del estado ambiental debido, por ejemplo, al acumulo de gases de efecto estufa. Por tanto, el sector salud debe tomar medidas para combatir la emisión de gases e invertir en programas de protección sobre todo en aquellas zonas donde las poblaciones viven, ya de por si en un riesgo de vulnerabilidad social. Las posibilidades de prevenir, diagnosticar y tratar a las personas que viven en zonas de exclusión social es algo que nos obliga a todos a evitar estas mudanzas climáticas, pues en muchas ocasiones estas poblaciones sufren estas patologías no porque ellos maltraten su biodiversidad, sino porque a ellos les llega como consecuencia de una acción global externa.
El cambio climático es, por tanto, un hecho que nos exige actuar para conservar nuestro propio entorno medioambiental, tomar actitud por el cuidado de todo la naturaleza que nos rodea y reflexionar sobre nuestras prácticas abusivas de consumo es fundamental para evitar la pérdida de un ecosistema que nos ha sido heredado. Es momento para que como seres humanos busquemos una relación en armonía con la naturaleza, pues la tierra no es sólo una herencia de nuestros padres sino un préstamo de nuestros hijos y nietos, además de ser nuestro único hogar permanente.
Antonia López González
Hija Predilecta de Guareña
1.-Enfermedades dermatológicas causadas por la contaminación del ambiente

2.-Época de inundaciones

3.- Tiempo de sequias

4.-Pérdida de cosechas por los cambios climáticos extremos
